Historia del Señor de Santuario de Santa Catalina

 

I.- Historia

Cuenta la historia que, hacia la primera mitad del siglo XVII, llegaron dos españoles hasta las puertas del monasterio de Santa Catalina de Siena en Lima, monasterio que en esa época estaba en un lugar bastante apartado de la Plaza Mayor de Lima.
Estos caballeros conducían en lomos de bestias dos bultos de regulares dimensiones y, por lo avanzado del día, dejaron encargados los mismos en la portería del monasterio. Dichos bultos permanecieron un buen tiempo sin ser reclamados. Al tener que hacer modificaciones en el monasterio, las madres optaron por abrir los bultos para ver su contenido.

Para sorpresa de las madres estos bultos contenían un Cristo tallado en madera, con los brazos en cruz de tamaño natural, con un rostro que irradiaba pena, dolor, sufrimiento, dulzura, y bondad.

El otro bulto contenía otra imagen de un Cristo igualmente tallado en madera, en posición sedente y en meditación, de tamaño mayor al natural; este último se conoce como el «Señor de la humildad y la paciencia».

Ante este hallazgo las madres trasladaron los dos Cristos a la iglesia del monasterio, preparando para el día siguiente un gran ceremonial, al que asistieron la más altas autoridades de la época, terminado el cual, el Cristo crucificado fue trasladado al santuario del monasterio, capilla de oración diaria de la Comunidad. Esta capilla denominada santuario quedaba en los linderos de lo que hoy se conoce como el Jirón Paruro - quedando conocido desde esa fecha como el Señor del santuario de Santa Catalina.

Otra versión de la aparición del Señor del Santuario data de entre los años 1580-1620, época de santa Rosa de Lima, y señala que en terrenos Dominicos (hoy santuario y monasterio de Santa Catalina de Siena) se había erigido una capilla en la cual la santa realizaba sus oraciones. Se encontraba allí un Cristo crucificado finamente tallado en madera, del cual la santa bebió sangre de su costado, y al que rindió especial culto. En el año de 1625, en el ya fundado monasterio de Santa Catalina de Sena de Lima, doña María de Oliva, madre de santa Rosa de Lima (cofundadora de dicho monasterio) rendía especial culto al Señor del Santuario, por los favores divinos que concedía a la comunidad de religiosas de aquel entonces así como a los virreyes que gobernaban el Perú.

Según una tercera versión, las crónicas de la época indican que alrededor del año 1613, la superiora del monasterio de Catalina de Siena de Lima, encomendó unos trabajos de carpintería; para ello se presentó un anciano que infundió inmediata confianza en la comunidad de madres. Aquel personaje pidió como única condición que la puerta de la carpintería permaneciese cerrada y que por debajo de ella le pasen sus alimentos y que él devolvería los servicios por el mismo lugar. Los días pasaron y un día el anciano no devolvió los servicios; preocupadas las religiosas, optaron por abrir la puerta. No encontraron al anciano, pero sí hallaron un Cristo finamente tallado en madera.

Finalmente otra versión indica que una fiel religiosa solía pasar todos los días por una pared del interior del monasterio y de la cual escuchaba una voz que decía: "Quiero salir". Ante el insistente pedido de la hermana, la madre superiora optó por tumbar la pared y ante la gran admiración y sorpresa encontraron allí la imagen del Señor.

II.- Características de La Sagrada Imagen

Es de un fino y delicado tallado en madera, en tamaño natural, con una recubierta o patina con efectos naturales de color los cuales le dan vida y movimiento a esta imagen de aproximadamente 1,70 m de altura, de rostro exánime caído a la derecha, con los brazos extendidos y ambas piernas recogidas, retrayendo en su expresión el sufrimiento del Cristo crucificado, ataviado por un paño de pudor tallado, que muestra del dolor, plagado en su cuerpo por golpes y heridas sangrantes, con las que representa el sufrimiento de Jesús de Nazaret en la cruz.
Sin la posibilidad de señalar con certeza el autor de la obra, son sus características típicas del movimiento barroco utilizado para la imaginaria sacra de la época.
Es entonces la única posibilidad de pretender dar origen a esta obra de la que tan solo se sabe que apareció en el monasterio dominico de religiosas de clausura de Santa Catalina de Lima entre los años 1620 a 1650, fecha de la fundación del mismo.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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